Coleccion #56

PROSA A LO QUE QUISE A mi perro Campeón lo quise tanto, que no he vuelto a tener otro perro, ni lo pienso tener... La yegua de mi padre me acompañó antes de yo nacer, cuando llevaba a mi madre a las consultas prenatales. Por eso, la quise tanto que llegué a creer que era más mía que de mi viejo. Hay tantos rostros que quise, el de mi abuelo, el del estuche de mi mejor juguete de campaña. La cara de la luna en mi zona, que para mí era la más pura cuando yo maltrataba la bohemia a solas con mi infancia, en noches de visitas a los vecinos que estaban a ocho kilómetros de casa, para jugar a las cartas y a enamorarme de sus hijas, a pesar de que eran feas y gordas. Pero así, era mi humilde imaginación. Un albañil de cuerdas que componía melodías, ajustadas al milagro ausente que me acercaba en medio de mis irremediables montes.