Coleccion #100

MI PROSA EN MISCELÁNEAS Bello es el día que me despierto y miro hacia adentro y veo mi compañía espiritual. Hermosa es el alba cuando abro mis ojos y la observo cargada de energía natural y aliento de naturaleza y creación de Dios... Y a pesar de que también la maldad se impone como parte creativa y negativa del Universo, yo admiro la valentía de poder sonreír con los que aun lo hacen por encima de toda desgracia, más allá de esta ruleta rusa que vivimos y jugada al ruedo de tantos locos que giran nuestro eje. Pero todavía en mí, nacerá el agradecimiento perpetuo de amar, amando la felicidad y el suspiro de no rechazar lo magnífico que es poder tener la Vida entre mis manos, tanto física como eterna. Jamás he pensado que el Amor se puede comprar o sustituir. Aun en la Supervivencia, el Amor no merece ser utilizado como medio de salir pululando de una crisis. El Amor es pureza, un símbolo de Dios que no admite prostitución ni riquezas, solamente sale con raíces de sentimientos que se ramifican, desde el alma hasta el corazón. He soportado toda la vida humillaciones, críticas, malentendidos, burlas y discriminación; muchas veces ni siquiera de seres lejanos a mi sangre. Todo por pensar diferente, por decir verdades que me han dolido más a mí, que a los que no las aceptan. Y otras veces solamente por escribir. Ahora el tiempo de Dios es exacto y justo: es el momento sin alebrestar mi ego u orgullo, que sea yo quien sienta pena y compasión por aquellos que no les parecía correctas -mi filosofía, personalidad o manera de Ser-.