Coleccion #38

Estás... ¡quién diría! Estás adormecida en la paz que desarmo para verte y regresarte. Estás en el cielo que observo y estás en mi pantalón de trabajo. Estás cuando camino y me río de mi sombra, vives del recorrido que exijo para pensarte. Estás... ¡quién diría! En mi mente, en cada canción que se canta por recuerdos. Estás implantada para que en las noches te sueñe cuando cierro los ojos. Estás porque hay una prueba que exististe para nombrarte en mi diario. Estás... ¡quién diría! Clavada en lo antaño, remojada por la lluvia que nos cayó y el polvo que rocía la piel en los caminos. Estás ambigua en el cerebro, colmada por esperanzas infructuosas con baja calidad por la ausencia. Estás... ¡quién diría! Por aquí de esotérica en esta estancia sumergida de dudas; así apareces en este nuevo capítulo tras las verjas de la imaginación basada, en una historia real y vivida. Estás... ¡quién diría! Amada o desaparecida, para que un poeta te ponga en un poema, para que cada final de diciembre te recuerde una estrofa... Estás... ¡quién diría! Prendida a mí.